11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 30 de marzo de 2008

"Ben Hur" (1959).


-- "Ben-Hur". Estados Unidos. Año 1959.
-- Dirección: William Wyler. Protagonizada por Charlton Heston, Jack Hawkins, Haya Harareet, Stephen Boyd, Hugh Griffith, Martha Scott, Cathy O'Donnell, Sam Jaffe, Finlay Currie, Frank Thring, Terence Longdon, George Relph, André Morell.
-- Guión: Karl Tunberg, con Gore Vidal sin acreditar, y con aportes también sin acreditar de Maxwell Anderson, S.N. Behrman y Christopher Fry, todos ellos basados en la novela de Lew Wallace.
-- Banda Sonora: Miklós Rózsa.

-- "Ben Hur" en IMDb.
-- "Ben Hur" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

El Emperador Octavio Augusto ordena censar a todos los habitantes de Judea. Esto obliga a los nativos a viajar a sus respectivos lugares de nacimiento. De esta manera, en el seno de una familia de Nazaret, nace un niño en Belén, al que pronto llegan unos reyes a traerle unos simpáticos regalos. ¿Qué tiene todo esto que ver con Ben Hur? Por el minuto nada, salvo porque es "una historia del Cristo", según reza el subtítulo ("A Tale of the Christ"), así es que debemos mostrar el nacimiento del mentado Cristo. Bueh, pasan los años, y el Cristo anda dando vueltas por los montes, dedicado a sus reflexiones personales, pero ahora no es tiempo para éste, sino para... ¡¡¡BEN HUR!!! (el subtítulo será que es una historia del Cristo, pero el título es para Ben Hur, para que no digan que John Lennon fue el primero en decir "somos más grandes que Jesucristo"). Ben Hur, un muy chulo y muy mijo aristócrata de Jerusalén, se encuentra después de años con Mesala, un antiguo amiguete, que ahora viene bien cambiado, porque se ha ido a Roma y se ha pasado al Lado Oscuro de la Fuerza, y ya no intenta comprender a los judíos sino dominarlos. Pero como Ben Hur es muy patriota, le dice que no al imperialismo de los Estados Unidos de Roma, lo que rompe cualquier amistad. Al poco tiempo, Ben Hur aprenderá cuál es el precio de ser probo e íntegro en esta vida: su hermana deja caer inopinadamente una inofensiva baldosita, justo cuando desgraciadamente iba pasando el nuevo gobernador romano por debajo, y éste se mosquea mucho. Mesala aprovecha entonces el malentendido para vengarse, y consigue que la madre y la hermana de Ben Hur sean encarcelados en la Fortaleza Antonia, mientras que el propio Ben Hur será enviado a esa especie de muerte en vida que es remar en las galeras por años, hasta que se te deshilache el broncíneo torso y ya no estés para machadas, Charlton. Pasan los años, pero cuando todo parece perdido para nuestro buen Ben Hur, la suerte una vez más muestra sus afilados y cínicos dientes. Así, la galera en la que iba Ben Hur es atacada por piratas, y Ben Hur consigue salvarle la vida a un cónsul romano, nada menos. El cónsul, lejos de hacer gala de la naturaleza humana que tan bien conocemos, y para mostrarnos que esto es una peli y no la vida real, no sólo no se muestra como un ingrato, sino que además transforma a Ben Hur en un aristócrata romano de tomo y lomo. Pero si creen que Ben Hur se iba a quedar quieto, ¡ah, no!, él es demasiado chulo para eso, así es que se pone nuevamente en camino hacia Judea. No sólo su madre y su hermana deben ser rescatadas de las crueles garras del imperialismo romano, sino que hay que ajustarle cuentas al malvado Mesala, y además, un importante encuentro espera en la vida de Ben Hur para que éste sea salvo y beba del manantial de la vida eterna y todo eso (no me gustaría adelantar más, pero creo que se entiende con quién es ese encuentro, ¿acaso el subtítulo no es, repito, "una historia del Cristo"...?).

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

El siglo XIX fue la centuria de los inventos: el telégrafo, la ampolleta eléctrica, el ferrocarril... Todas cosas que hablaban del poder omnívoro de la ciencia. Pero esas cosas llegaban con retraso a Estados Unidos, y además, allá había mucho fundamentalismo (bueno, en realidad todavía). En 1878 salió una novela de aventuras destinada a ser todo un éxito en Estados Unidos: "Ben Hur". La ecuación era perfecta: un militar (por ende, reaccionario) que había luchado en la Guerra Civil de los Estados Unidos y que había sufrido una gran humillación cuando le cargaron más o menos injustamente el muerto por una infamante derrota en batalla, escribe una historia en la que el prota es vejado y tratado injustamente por un accidente. El prota, por ende, era superlativo (aristócrata incluido), características que desde siempre han identificado a los proletas en busca de héroe para sublimarse a sí mismos. Además, la novela cayó en buena época, porque en el XIX había cierto auge por las historias bíblicas ("Fabiola", "Los últimos días de Pompeya"...), y Wallace tuvo la pericia de mezclar todo esto con el viejo leit motiv de la venganza, que se lo tomó íntegramente de "El Conde de Montecristo" de Alejandro Dumas (el padre, que el hijo se llamaba igual). Por su trama de aventuras y su moral edificante (el prota termina haciéndose cristiano), se mantuvo durante la mayor parte del XX como un clásico juvenil, algo explicable considerando que condensada es una obra muy entretenida, (a cambio, en su versión completa es un ladrillazo de Tolkien y Señor Mío). Sucedió en los '50s que apareció la televisión, y con esto el cine respondió con una avalancha de títulos pensados para que no pudieran verse en esos primitivos monitores en B/N, lo que trajo de regreso al epic de romanos ("La túnica sagrada", "Fabiola", "Helena de Troya", "Ulises", "Hércules", "Los diez mandamientos"...), y como el material literario de base estaba agotándose, los ejecutivos de la MGM decidieron forrarse haciendo un remake del "Ben Hur" de 1925, que ya la novela tenía adaptación, no se crean. La MGM no escatimó en gastos para su realización, habida cuenta de que una peli de aventuras con prota cristiano estaba de sobra recuperado en una galería por entonces muy sensibilizada con el tema "Dios y América contra el comunismo" (parece que a nadie se le pasó por la cabeza que de manera subrepticia e inconsciente, la novela original es terriblemente antiimperialista), y los resultados de la maniobra fueron todo lo provechosos que se pudo. Porque "Ben Hur" batió récords en su época, alzándose con la elefantiásica cantidad de 11 Premios Oscar, cantidad que ninguna peli ha conseguido superar, y que sólo otras dos han conseguido alcanzar, en la siguiente media centuria ("Titanic" y "El Señor de los Anillos: El retorno del rey").

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es un clásico absoluto del género Sword & Sandals. Medio siglo después de su estreno, lo sigue siendo. La peli dura tres horas y media, pero la verdad, casi ni se sienten. O mejor dicho, ni se sienten hasta la gran carrera de cuadrigas. La traca final, en donde vemos la guerra de Ben Hur contra la bacteriología, tiende a derruir lo ya construido, pero por otra parte, eso ya venía en la novela original, e incluso aquí está mucho mejor tratado en términos de ritmo narrativo.

-- Las escenas de acción son espectaculares, incluso considerando que los FXs han evolucionado una barbaridad desde aquellos días primigenios. El enfrentamiento entre las galeras está a todo trapo (de hecho, en un alarde de poder financiero, la MGM ordenó construir una galera de verdad para determinadas escenas). La carrera de cuadrigas es todo un clásico del cine de aventuras y de acción, y ha sido imitada y parodiada un sinfín de veces. Como de costumbre, menos es más, y en este caso, la ausencia del regodearse gore tan propio del cine post-"Gladiador" le da más morbo a escenas como cuando atropellan a los pobres tipos que se caen de sus carros (durante años corrió la leyenda urbana de que un extra había sido realmente atropellado y muerto en el escenario del circo, y si uno ve la peli, de verdad que se ve realista la escena que dio pie a esa historia).

-- Los actores están bastante bien. Charlton Heston, como de costumbre, hace el chulo allí donde va (para esas fechas, ya había sido Moisés en "Los diez mandamientos", y había actuado nada menos que a las órdenes de Orson Welles en la mayestática "Sed de mal"... y aún le esperaban "El Cid", "55 días en Pekín", "La agonía y el éxtasis", "El planeta de los simios", "El hombre omega", "Cuando el destino nos alcance", "Aeropuerto '75"...), pero consigue sobreponerse a sí mismo y da una de sus mejores interpretaciones en el cine. A su lado, el sinuoso y ambiguo Mesala es soberbiamente interpretado por un Stephen Boyd que... bien, digamos que da harto crédito a la leyenda según la cual le habrían pedido que interprete su odio a Ben Hur como el propio de un amante homosexual despechado, algo que por supuesto no sólo no hubiera pasado la censura de la época, sino que habría hecho poner el grito en el cielo al señor Heston, el macho recio por antonomasia de su tiempo. Y mención especial para Hugh Griffith, como el picaresco y socarrón jeque Ilderim (miren que da curiosas lecturas políticas esta peli: un jeque árabe y un aristócrata judío unen fuerzas para combatir al imperialismo estad...perdón, romano). Y al resto no los mencionamos no porque no se lo merezcan, sino para no hacer más largo este texto, pero digámoslo desde ya: están soberbios.

-- El soundtrack está a cargo del gran y único Miklós Rózsa, quien consigue superar el lugar común de las pelis de romanos (harta fanfarria y violines para las escenas tranquilas) y crea algunos momentos musicales verdaderamente memorables. No por nada, se llevó un Premio Oscar ese año, y en ese tiempo tener un Oscar sobre la chimenea aún era por méritos, y no por lobby interno de los grandes estudios. Don Miklós, un par de años después, repetiría su buen hacer en otro soundtrack clásico, el "Rey de Reyes" de 1961.

IDEAL PARA: Ver el que probablemente es el epic de romanos definitivo.

"Rey de Reyes" (1961).


-- "King Of Kings". Estados Unidos. Año 1961.
-- Dirección: Nicholas Ray.
-- Actuación: Jeffrey Hunter, Siobhan McKenna, Hurd Hatfield, Ron Randell, Carmen Sevilla, Brigid Bazlen, Frank Thring, Harry Guardino, Rip Torn, Guy Rolfe, Robert Ryan.
-- Guión: Philip Yordan, con una narración de Ray Bradbury (sin acreditar).
-- Banda Sonora: Miklós Rózsa.

-- "Rey de Reyes" en IMDb.
-- "Rey de Reyes" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Había una vez un lindo pueblo, llamado "los hebreos", hasta que vinieron los malos, malísimos romanos, y lo invadieron, profanaron su templo, sometieron su país, lo dominaron, etcétera. Sí, faltó Darth Vader allí para hacer el cuadro completo. ¿Está todo perdido? ¡No! Porque allí están los zelotas para plantar cara a los romanos, luchando mano a mano como un movimiento de resistencia estilo los maquis de la II Guerra. Pero como el asunto no camina, pues bien, aparecen más personajes. Por el lado de "los malos" aparece el gobernador romano Poncio Pilatos, quien viene a Palestina a hacer carrera política, para que su matrimonio con la hija del Emperador Tiberio le rinda frutos (la púrpura y la tiara imperial, no seamos ingenuos, no se conforma con nada menos; éste no es el Pilatos titubeante y pro-Cristo de otras pelis). Por "los buenos" aparecen primero Juan el Bautista, y luego Jesús, un misterioso predicador que se ha salvado por milagro de una matanza de infantes, y luego, a la edad de 12, es perdonado por Lucio, un soldado romano testigo de todos los acontecimientos. ¿Quién es este Jesús? ¿Es Elías reencarnado? ¿Un nuevo Juan el Bautista? Judas Iscariote pinsa que es el futuro libertador de Palestina, y monta un truculento plan para obligarlo a revelarse en toda su gloria. De esta manera, el destino final de Cristo avanza hasta su lógica consumación, su triunfo más glorioso: enviar a sus mensajeros a predicar el evangelio a todas las naciones (y a construir catedrales y basílicas, perseguir herejes, quemar teólogos, etcétera, suponemos).

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En los tardíos '50s y tempranos '60s, estaba surgiendo el espíritu liberal que desembocaría en los hippies, el '68, etcétera. Entre las audiencias más conservadoras estaban todavía a bien los epics "de cristianos y romanos", como lo probaba el reciente éxito de "Ben Hur" (11 Oscares, récord no igualado hasta "Titanic" de 1997). Y en Hollywood, nadie había tentado hacer una superproducción basada en Cristo desde el "Rey de Reyes" de Cecil B. DeMille. Era el tiempo para volver a recrear la más grande historia de todos los tiempos, pero con un acento más naturalista, algo más desmitificador, para audiencias un poco más sofisticadas. El resultado fue esta película, relativamente exitosa en el gran público, pero injustamente denostada por la crítica. Bien, seamos sinceros, no es una obra maestra, pero por méritos no se queda tampoco (por algunos garrafales errores, tampoco).

¿POR QUÉ VERLA?

-- La aproximación ideológica es sumamente interesante. Se trata, en resumen, de mostrar un Jesús religioso cristiano, pero inserto en su momento histórico, y con algunas reflexiones implícitas sobre el imperialismo estadounidense, la Guerra Fría, etcétera. Recordemos que el director Nicholas Ray tiene en su currículum, entre otras, el filme rebelde cincuentero por antonomasia, el "Rebelde sin causa" con James Dean. Se le concede una enorme importancia a la invasión romana, la ocupación, la resistencia zelota, los tejemanejes en la casa de Herodes, etcétera. De esta manera, Jesucristo aparece como alguien bien integrado en su tiempo, y su mensaje aparece bastante más revolucionario que el hierático y nunca bien denostado "Jesús de Nazaret" del siempre nefasto Zeffirelli (aunque no tan revolucionario como el de Passolini, pero en fin)...

-- Jeffrey Hunter. A su costa llegó a titularse con mofa esta película como "I was a teenager Jesus", como sátira a las por entonces famosas "I was a teenager werewolf" y "I was a teenager Frankenstein". Lo cierto es que su interpretación, sin ser lúcida en exceso, es todo lo esforzada que se puede, presentando un Jesús lleno de pasión por su mensaje y su misión. Quizás no le ayude mucho a la credibilidad el ser actor carilindo, ni tampoco algunos manierismos actorales que en ese tiempo ya estaban pasando de moda a favor de interpretaciones más naturalistas, pero en fin, sigue siendo un gran Jesús éste.

-- Los secundarios están bien en sus lugares. Poncio Pilatos es presentado como un orgulloso funcionario colonial "enviado a provincias", Herodes como un tipo políticamente reptiloide (por lo frío y sinuoso), Judas Iscariote como un personaje no especialmente negativo y con un móvil bastante consistente para su traición (poner en peligro a Jesús para que éste se libere a sí mismo llamando en su auxilio a las huestes celestiales), Barrabás como un matasiete jactancioso y creído en su misión (trasunto de los revolucionarios socialistas al estilo Che Guevara), y Salomé sabe poner bien cara de perra en celo (aunque su danza tiene bien poco de erótico). En el lado de las chicas buenas, Siobhan McKenna como María está grande como la vida, en un rol que dice más con la expresión (tristeza, resignación, pero también alegría y confort, todo a un tiempo) que con las palabras, y la ezpañolísima Carmen Sevilla compone una María Magdalena quizás un poco melodramática, pero que se ajusta bien a un tipo de cine que ese tiempo empezaba a languidecer, pero no por eso es menos respetable. A cambio, Juan el Bautista destaca especialmente por su inexpresividad y falta de calor misionero, y la única escena en donde se hace realmente cálido y humano, es aquella en la cual Jesús lo visita en la cárcel.

-- Hasta los desatinos son formidables. Véase la risible secuencia del juicio a Jesús, "a la anglosajona", con defensor de oficio incluido. Y ese defensor es nuestro buen Lucio...

-- Lucio mismo, claro está. Se supone que este personaje ficticio nos lleva a través de treinta años de historia judía, y deberíamos empatizar con él. La verdad, la idea de un personaje ficticio tan o más prominente que los personajes reales, pero que en definitiva es un mero testigo, es también risible. Pero Ron Randell, el actor que lo interpreta, y que tuvo una carrera larga y discreta en Hollywood, se lo toma con la suficiente seriedad y a pecho como para voltear la mesa, y al final es fácil terminar encariñados con el personaje que al final dirá aquellas famosas palabras ("verdaderamente era el Hijo de Dios"). Una apuesta arriesgada que derivó en hallazgo ingenioso.

-- La narración. Las secuencias de narración en off fueron escritas por Ray Bradbury (sin acreditar) y vocalizadas por Orson Welles. El ritmo de la misma le imprime a este filme un carácter distanciador, un tanto mítico y legendario, como si lo que estamos viendo en pantalla fuera un cuento de hadas o una historia de la abuela, que le añade bastante mala leche a la interpretación final.

-- Aunque no se crea, cumpe sobradamente con el componente espectacular por medio de varias escenas de acción, a cargo de Barrabás y sus machadas. El guión tiene la sutil inteligencia de presentar a Barrabás como una especie de "gemelo malo" de Jesús, ideológicamente hablando, como una especie de "mesías de guerra" frente a Jesús como "mesías de paz", añadiéndole bastante complejidad a la trama... y además, para que no se diga, algunas cuchilladas, flechazos, escenas de batalla, etcétera, todo lo que hace al cine épico algo digno de ser visto.

-- Y la mención final es para el gran Miklós Rózsa, que venía de componer la premiada banda sonora de "Ben Hur", y que con el "Rey de Reyes" se supera a sí mismo. El soundtrack de "Rey de Reyes" es bastante simple, ya que gira entero y de manera casi maniática alrededor del tema principal, pero esto, que podría ser un defecto, Rózsa lo convierte en virtud, explotándolo hasta convertirlo en puro lirismo. Las escenas de curaciones serían sin duda mucho menos efectivas, sin ese formidable fondo sonoro. Y ya no hablemos de la entrada inicial, épica por todo lo alto, en un tiempo en que la épica chorreaba por el costado del cine hollywoodense.

-- "Repararé esta silla cuando vuelva" (Jesús, antes de partir a Jerusalén). "La silla no será reparada" (la respuesta de María).

IDEAL PARA: Ver una visión de Cristo reflexiva y racionalista, sin caer declaramente en la heterodoxia o la iconoclastia.

jueves, 27 de marzo de 2008

"10.000 A.C." (2008).


-- "10,000 B.C.". Estados Unidos / Nueva Zelanda. Año 2008.
-- Dirección: Roland Emmerich.
-- Actuación: Steven Strait, Camilla Belle, Cliff Curtis, Joel Virgel, Affif Ben Badra, Mo Zinal, Nathanael Baring, Mona Hammond, Marco Khan, Reece Ritchie, Joel Fry, Omar Sharif (Narrador), Kristian Beazley, Junior Oliphant, Louise Tu'u.
-- Guión: Roland Emmerich y Harald Kloser.
-- Banda Sonora: Harald Kloser y Thomas Wanker.

-- "10.000 AC" en IMDb.
-- "10.000 AC" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En lo alto de una loma cualquiera, una tribu de primitivolíticos recibe una visita inusual. Se trata de una niña de ojos azules que, sorpresa, no es aria (pelo negrito, para que nos entendamos, pero ojos azules, eso sí). La vieja profetisa de la tribu entonces nos cuenta por adelantado todo el argumento de la peli (esa chica va a tener un destacado papel, porque su marido será un guerrero que salvará a la tribu... lo de siempre, si lo pensamos bien, así es que no es tanto el suspenso que se termina). Un guerrero se torna impaciente, porque los mamuts, maldita sea si quieren aparecerse a tiro de lanza, así es que decide ir a buscarlos por su cuenta. Y nunca más regresa. Por lo que su niñato crece con todos sus compañeros emperrándole la vida porque su padre es un traidor, etcétera. Pero eso le gana el corazón de la chica ojos azules, y ambos crecen haciéndose plumorosas promesas de que cuando grandes estarán juntos, etcétera. Para eso, nuestro héroe primero debe hacer una machada (echarse un mamut medio a medio, nada del otro jueves para un antiguolítico al uso). Pero cuando todas las cosas marchan en ruta a la perfección de sus fines, viene el desastre: un grupo de incursores se lleva a media tribu como esclavos. Al héroe, demonios si le importaría el asunto (después de todo, ellos eran los que le hicieron bravuconadas de niñato), pero es que también la chica ojos azules va en el paquete, de manera que... ¡¡¡AAAHHHHHH NO!!! Eso sí que no, así es que emprende una temeraria marcha que lo llevará a través de media Eurasia, desde el hielo de la Era Glaciar hasta los ardientes desiertos en los cuales una gran civilización está construyendo enormes templos y pirámides. Sí, ya sé lo que me van a decir, que en la misma peli tenemos mamuts y pirámides egipcias, y que eso no puede ser; en cuanto a eso no me miren, la peli venía así.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Roland Emmerich es un director que ha desarrollado una carrera sólida y consistente en el cine. Sí, los culturetas de toda la vida se me van a arrojar al cuello por usar palabras como "sólido" y "consistente" para describir una carrera que no es la de Bergman, Allen, Scorsese o von Trier. Al demonio con eso. Yo no me considero un fan de Emmerich, en lo absoluto, pero es de machos viriles reconocerle una perspectiva muy congruente, en eso de crear entretenimiento popular de serie B de alto presupuesto, pero no-tan-alto presupuesto (más se gasta James Cameron, con resultados no siempre sensiblemente mejores). Emmerich partió haciendo pelis de ciencia ficción en los '80s y tempranos '90s ("Moon 44", "Soldado universal", "Stargate"), y después descubrió que la ciencia ficción es sólo una faceta del cine popular, y que existen otras, como por ejemplo el cine de catástrofes estilo "La aventura del Poseidón", "Terremoto" o "El enjambre". De ahí surgen cosas como "El día de la independencia", "Godzilla" y "El día después de mañana". Descubrió también su veta histórica con pastiches como "El patriota", y ahora, con "10.000 A.C.". Historia que es más historieta, historieta de pacotilla, sí, pero como dijimos, Emmerich se preocupa de hacer diversión pura y simple, nada más, y el resto huelga. El cine de prehistóricos nunca tuvo demasiado éxito, y lo poco que consiguieron elaborar pelis clásicas como "Un millón de años antes de Cristo" o "Cuando los dinosaurios gobernaron la Tierra", nunca fue cosechado por otras cintas. Haciendo la arqueología fílmica que es su marca de fábrica, Roland Emmerich desempolvó el espíritu de esos viejos clásicos de matiné de barrio, los upgradeó al siglo XXI, y he aquí que tenemos un nuevo clásico de matiné de barrio. Signifique eso lo que signifique, en nuestro nuevo mundo de multisalas y DVDs...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una típica peli de Roland Emmerich. Si te gustan las señas características de su cine (acción y aventura, personajes lineales pero carismáticos, mezcla desenfadada y gozosa de elementos dispares, expolio masivo de clásicos de la serie B), he aquí otra más que disfrutarás.

-- Me haré cargo ahora de las críticas contra esta peli, y dejaré meridianamente sentado lo injustas que son. Esta es una peli hecha para entretener, y punto más que eso. No es una peli rodada con ánimo de clásico cinematográfico ni mucho menos. Pedirle que sea gran cine es no comprender nada de lo que se trata esto, y peor aún, es pecar de pedante. ¿Es la peli históricamente inexacta porque muestra las pirámides de Egipto siendo construidas por mamuts...? A ver, a ver, a ver, esto es FANTASÍA disfrazada de épica histórica, y eso es claro hasta decir basta (de lo contrario, ¿qué monos pinta la vieja bruja con poderes paranormales?). ¿Que todo está resuelto de manera plana y lineal, como tantos millones de pelis de aventuras, como clásico de los '70s? Bueno, precisamente de eso se trata. Ponerse hipercríticos con esto es como emprenderlas contra "¿Y dónde está el piloto?" o "Mujeres amazonas de la Luna" por ser poco serias. Ahora bien, puede suceder que la serie B barriobajera de los '70s no te haga gracia, en cuyo caso por supuesto que saldrás indignado del cine, después de ver esto. Bueno, nunca te dijimos que ésta era una buena peli. Sólo decimos que está hecha con ese espíritu, y que es demasiado obvio eso como para pedirle otra cosa, y si eso no te gusta, bien, porque para gustos los colores. Simple como eso. Y está bien. Después de todo, no todo va a ser Tarkovski o Lynch...

-- El componente espectacular está más que a salvo. Y en su punto. Si bien se nota que hubo inversión en esta peli, no llega a los extremos groseros de otros blockbusters hollywoodenses. En estos casos, menos es más, porque si se hubiera invertido mucho más en maquetas o recreaciones CGI de bestias neozoicas, la peli hubiera resbalado indudablemente por la pendiente del ridículo. El argumento de la peli es bastante lineal (el héroe que descubre su destino mientras viaja para rescatar a la chica de manos del malvado Lord Oscuro del castillo, en este caso el Faraón de la Pirámide), y por eso, se agradece que no se derroche más. Pero lo gastado, está bien gastado. Las pirámides lucen bien, los barcos por el río están resultones, y tanto los mamuts como los dientes de sable, aunque la animación canta un poco, funcionan. Además, hay detalles de ingenio por aquí y por allá, como por ejemplo la caracterización del Faraón como villano, que si bien no impondrá una moda como treinta años antes lo hiciera la máscara de buceo de Darth Vader, sí que tiene un fuerte valor icónico.

-- Hagamos una mención especial para nuestro siempre muy querido y muy apreciado Omar Sharif, que en los '60 y tempranos '70s participó en mastodontes como "Lawrence de Arabia", "La caída del Imperio Romano", "Genghis Khan", "Doctor Zhivago" o "Funny Girl", y que después de gastárselo todo en el juego tuvo que hacer cameos en cosas como "13 guerreros". Aquí, Sharif le pone voz al narrador. Y lo hace con bonhomía. Si ven esta peli doblada al castellano, se lo van a perder, por supuesto, pero si lo hacen subtitulada en inglés, verán como esta vieja gloria del cine los conforta con su peculiar acento angloegipcio, como si les estuviera contando un bello cuento de cuna. Es gracias al esfuerzo de Sharif, que el viejo y casi insoportable truco del narrador contando cosas supuestamente muuuuuu profundas se convierte de un lastre en un elemento positivo, dándole una calidez adicional a la historia.

IDEAL PARA: Ver una entretenida y acogedora peli de matiné.

"El hombre de las cavernas" (1981)


"Caveman". Dirigida por Carl Gottlieb. Protagonizada por Ringo Starr, Dennis Quaid, Shelley Long, Jack Gilford, Barbara Bach, Evan C. Kim, John Matuszak, Cork Hubbert, Mark King, Paco Morayta, Richard Moll. Estados Unidos. Año 1981.

¿De qué se trata?
UN ZEPETIMILLÓN DE AÑOS ANTES DE CRISTO... EL 9 DE OCTUBRE. El mundo está poblado por una raza llamada... ¡¡¡Cavernícolas!!! Uno de estos cavernícolas es Ringo Starr, perdón, Atouk, quien es el más débil y menos apto para la supervivencia darwiniana dentro de la tribu de Tonda, a pesar de lo cual le tiene ganas a Lana, la chica de Tonda (Barbara Bach, ¿OK?). A Atouk se le ocurre entonces un peregrino plan, que pondrá a Lana en sus brazos... y que termina muy mal, con él mismo expulsado de la caverna. Dijo el viejo saltamontes, que sin una tribu no eres nadie, así es que Atouk se pone a reclutar gente, a medida que se van cruzando en su camino. Su primer compañero es Lar, un amiguete medio quedado, que por medio quedado acabó quedado entero y fuera de la tribu de Tonda, antes que el mismísimo Atouk. Luego aparece Tala, junto con su abuelo el ceguete Gog. Tala se enamora de Atouk, pero cuando ella le pregunta "Tala alunda Atouk, ¿Atouk zug-zug Tala?", el taradete de Atouk, y es que a pesar de ser Ringo Starr nunca aprende (o quizás por eso), responde que "No, Atouk zug-zug Lana". A medida que la Prehistoria avanza, más inadaptados se van uniendo a la variopinta y liberalizquierdosa tribu de Atouk. Los perdedores del sistema (¡ya los había en la Prehistoria!) se embarcan así en la aventura darwiniana de sus vidas, lidiando con los últimos dinosaurios, y enfrentando el reto final, al luchar contra el opresivo y neocon Tonda...

El espíritu de los tiempos.
Hubo por allá en los '70s, un pequeño subgénero de cinexplotation, que fue algo que podríamos llamar el Cine Cavernícola, con pequeñas "joyitas" como "Un millón de años antes de Cristo" o "Cuando los dinosaurios gobernaron la Tierra", género a su vez medio heredero del peplum estilo "Hércules", sólo que con cavernícolas armados con improvisados bates de beisbol luchando con dinosaurios, en vez de forzudos en calzones y sandalias armados de gladios, y cuyo gran reclamo publicitario era poner a gomosas como Raquel Welch en bikinis de piel, para entretención lúbrica de las audiencias anteriores a "Bajos instintos". Dos pelis se encargaron de ponerle la lápida a la encarnación setentera del ciclo (decimos "setentera" porque pelis como "Los conquistadores", "Apocalypto" y "10.000 A.C." están poniendo de moda otra vez el Stonepunk). La primera de ellas lo hizo por el lado de la seriedad, reconstruyendo el mundo cavernícola con un rigor científico y antropológico como nunca antes hasta la fecha, y fue "La guerra del fuego", de Jean-Jacques Annaud. La segunda lo hizo por el lado exactamente contrario, por el humor de desmadre estilo "Y dónde está el piloto" (aunque sin su genialidad), y es la que aquí nos ocupa, a saber, "El hombre de las cavernas", aunque como suele suceder desde hace algún tiempo, es mejor conocida por su título en inglés de "Caveman", que es más corto y sonoro (¿alguien acaso se refiere a Batman Forever como "Batman eternamente"...?).

¿Por qué verla?
- Más allá de ser una sátira a cierto subgénero de filmes de los '70s, esta comedia se sostiene por sí sola. Los recursos son terriblemente básicos, y forman parte del ABC del cine desde la época de Charles Chaplin, o poco menos, lo que le viene bien a un filme ambientado en la Era Primitivozoica como éste: un poco de porrazos, un poco de humor metatextual, personajes caricaturescos... Pero todo mezclado en su justa medida. A diferencia del gran clásico mepartoentupeli de aquellos años, que era "¿Y dónde está el piloto?", aquí todo está más contenido y medido, en su justo punto, con sólo algunas paridas geniales (no es una crítica a ninguna de las dos, en realidad son estilos distintos). El argumento de la peli es tremendamente simple, y en realidad se estructura como una serie de cuadros cómicos más o menos hilvanados. Algunos cuadros funcionan más o menos nada más, pero otros son estupendos. Quien esto suscribe, vuestro bienamado servidor el General Gato, ha visto esta peli por lo menos unas cinco veces, y aún se ríe con los chistes. Pocos consiguen eso.
- Los actores están enormemente ajustados en sus roles, y aunque quizás no fueran las opciones en quienes uno primero pensaría, cumplen sobradamente. Ringo Starr actúa con un poco de petulancia, es cierto, pero la actitud de su personaje de seguir adelante, de no dejarse pisotear, y de contestar su raquítica inferioridad física con el ingenio y el espíritu, lo hacen un gran protagonista. A su lado tenemos a Dennis Quaid, gran actor al que todavía no llega su gran papel (ha actuado después en grandes roles tanto de drama como de comedia, en "Enemigo mío", "Viaje insólito", "Grandes bolas de fuego", "Corazón de dragón", "Desafío al tiempo", "Traffic", "El día después de mañana", "En buena compañía"... y no mucha gente lo reconoce, que digamos), y que en esta peli está hecho realmente un crío, aportando con el natural simplón un gran contrapunto a Ringo Starr. Barbara Bach, salida unos añitos antes de chica Bond como "La espía que me amó" (y aún antes, del explotation gótico italiano de los '70s), está perfecta como la abuelita de las vamp, la trepadora Lana, mientras que Shelley Long hizo su gran rol aquí y desapareció después de interpretar a Tala.
- Secuencias... Cuesta una enormidad vencer la tentación natural de adelantar y no matar con eso el suspenso que viene de no saber en qué termina el chiste. Pero no puedo dejar de recordar los frutos alucinógenos... El tiranosaurio relamiéndose por el alimento que el Buen Dios Dinosaurio nos ha otorgado... Toda la secuencia en la "Cercana Edad de Hielo" con Abominable Hombre de las Cavernas incluido... La seguidilla de inventos que Atouk ha brindado a la Humanidad... La desopilante secuencia del huevo de dinosaurio... ¡¡¡Gran película, mein Gott!!!

IDEAL PARA: Ver una gran comedia. A secas.

domingo, 23 de marzo de 2008

"Antes de partir" (2007).


-- "The Bucket List". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Rob Reiner.
-- Actuación: Jack Nicholson, Morgan Freeman, Sean Hayes, Beverly Todd, Rob Morrow, Alfonso Freeman, Rowena King, Annton Berry Jr., Verda Bridges, Destiny Brownridge, Brian Copeland, Ian Anthony Dale, Jennifer Defrancisco.
-- Guión: Justin Zackham.
-- Banda Sonora: Marc Shaiman.

-- "Antes de partir" en IMDb.
-- "Antes de partir" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Hoy por hoy, los tiburones están por todas partes. Nadan en Wall Street, se alimentan en Silicon Valley, y por qué no, desbordan en las piletas del negocio hospitalario. El problema de putear un servicio por un miserable puñadito de miles de millones de dólares, es que alguna vez tú mismo puedes llegar a usar uno de esos servicios. Uno de estos depredadores estilo ISAPRE de pronto descubre que también puede enfermarse, y se fastidia de lo lindo cuando descubre que acaba en uno de sus propios hospitales. Bueno, pero al menos no habrá que ahorrar en él, ¿no? Quiere lo más caro y lo mejor. El problema es que eso significa un autogolpe a las políticas corporativas de su propia empresa, basada en "dos camas por habitación", médicos para casi nadie, y candidatos por oposición para el cargo de bazofia como comida. De manera que por motivos de imagen corporativa, se ve forzado a compartir habitación con un completo extraño, que resulta ser un mecánico negro. Como es usual en estas pelis de autosuperación personal, nuestro wallstritito enfermo tiene mucho dinero y cosiacas lindas, pero todavía tiene que aprender de la vida, cosa que nuestro otro enfermo terminal ya ha hecho, aunque no posee el dinero, porque verán, el dinero no necesariamente hace la felicidad, etcétera. El caso es que ambos empiezan a hacerse amiguetes, aunque sea porque el par de vejetes terminales no tienen nada mejor que hacer. Al gerente gerentoso le llega entonces el diagnóstico de que, sin importar qué tan podrido en plata esté, igual pasará al otro barrio en poquito tiempo. Por lo que, en un arranque de magnanimidad, ordena que el pobre mecánico, que ha estado pidiendo qué diablos pasa durante todo ese tiempo, le den también de una buena vez su diagnóstico. Y, sorpresa, también va a pasar a mejor vida. De manera que el millonario, en un alarde de desafío ante lo inevitable, decide que se va a despedir de la vida a lo grande, que para eso ha estado juntando tanto dinero y no para una tumba faraónica. Ambos amiguetes se embarcarán entonces en el viaje de sus vidas (literalmente), descubrirán el mundo, y lo más importante, se descubrirán a sí mismos en el proceso...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

No importa qué tanto tiempo pase, no importa cuál sea el momento histórico, no importa qué tan alegre sea la vida de alguien, siempre existe esa necesidad de ser consolados respecto de los males de la existencia. O sea, si te va mal en la vida, por qué diablos te va mal, y si te va bien, lástima que algún día la fiesta se vaya a acabar, con un buen ataque si tienes suerte, y con una enfermedad degenerativa terminal en el peor (y entonces maldecirás haber heredado o amasado tanta fortuna, porque todo ese dinero se invertirá en pagarte un tratamiento costoso e inútil para mantenerte un poquitito más con vida, tirado en un lecho de agonizante, mientras que si tuvieras menos dinero, dejarían que te murieras en paz). Mientras las cosas sigan siendo así, y no hay muchas señas de que esto vaya a cambiar de manera demasiado dramática en lo futuro, las pelis sobre "qué significativa es la vida y cómo la desperdiciamos" seguirán teniendo un mercado. Era así en tiempos de "Qué bello es vivir", sigue siendo así en tiempos de "Antes de partir", y seguirá así hasta que el Homo Sapiens deje de ser Homo Sapiens, o invente algo más entretenido que el cine, lo que suceda primero.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Rob Reiner. No es el director favorito de los culturetas, y con razón. Después de todo, sus pelis oscilan entre el simplemente contar una buena historia (cosa ésta que hace muy bien), y el hacer esto mismo pero con "mensaje significativo" adicional. Su trayectoria incluye pequeñas piezas de orfebrería como "Esto es Spinal Tap", "Quédate conmigo", "La princesa prometida", "Cuando Harry conoció a Sally", "Misery", "Cuestión de honor", "Mi querido Presidente"... La última década no ha sido indulgente con él, y ahí tenemos fiascos o éxitos discretos como "La historia de nosotros", "Alex y Emma", "Dicen por ahí...". Esta peli nos muestra que Reiner no estaba moribundo, ni tampoco era un viejito chuñusco refiriéndoles historias a los nietos que no le interesan a nadie. Consigue aquí su alquimia acostumbrada de ser gracioso sin caer en la payasada (no mucho, por lo menos, y es que eso del par de viejitos viviendo hasta el extremo...), de ser significativo sin caer en el melodrama barato, y de narrar bien el cuento sin excesiva pirotecnia. Los resultados son discretos, por supuesto, pero ya saben: si sabio es el hombre que conoce su potencial, más sabio es quien conoce sus limitaciones. Una vez más, Rob Reiner demuestra tener conciencia de no estar hecho para alcanzar las más altas cumbres fílmicas, no trata de abusar de sí mismo, confía en su propio oficio, y sale relativamente indemne de la prueba. Queda así demostrado que a veces, menos es más...

-- La peli se sustenta casi por completo en el carisma de sus protagonistas. Tenemos a Jack Nicholson como el ricacho cuyos millones no lo salvarán del gélido abrazo de la Parca. Y a diferencia de otros roles suyos en los últimos años (décadas, incluso), trata de dejar de lado sus manierismos que lo hacen parecer más "Jack Nicholson en el rol del Personaje X" en vez del Personaje X en cuestión, y no intenta robarse la peli. Bueh, no demasiado, al menos. Llega incluso al extremo de... (¿lo diré? Sí, lo diré) ...de ser entrañable. A su lado tenemos la presencia del siempre grande Morgan Freeman, haciendo más o menos su rol de siempre (ya sabemos, el negrito buena gente y medio filósofo), aquí llevado al extremo, pero es que Freeman es mucho Freeman, y Will Smith a pelar patatas en un regimiento, hijo mío. De hecho, es por ellos que se dejan ver escenas tan grotescas como los dos viejitos cancerosos terminales tirándose en paracaídas o haciendo el mongo sobre cacharritos deportivos. Y cuando vienen las escenas significativas, estos dos saben hacerlas especiales y emotivas, sin pecar de sensiblería o lacrimogenia. Maestría, que le llaman.

-- En cuanto a la historia misma, ¿qué decir? Son dos viejitos encontrando aquello que es significativo en sus vidas. No hay nada impredecible, no hay grandes sorpresas ni vueltas de tuerca. O casi. Porque cuando confeccionan la lista de últimos deseos, meten tres de ellos que uno no sabe cómo demonios se van a cumplir sin forzar la historia (besar a la mujer más bella del mundo, ayudar a un completo extraño, contemplar algo majestuoso), y conforme transcurre la peli, de una manera o de otra, estas cosas se cumplen, y además de una manera bella y con significado.

-- Un bonito final. No un final grande ni espectacular, ni bigger than life. No un final Hollywood style. Simplemente un final tranquilo, sin melodrama, sin estridencias.

IDEAL PARA: Redescubrir que la vida está en los detalles.

"Castillos de hielo" (1978)


"Ice Castles". Dirigida por Donald Wrye. Protagonizada por Robby Benson, Lynn-Holly Johnson, Colleen Dewhurst, Tom Skerritt, Jennifer Warren, David Huffman, Diane Reilly, Craig T. McCullen. Estados Unidos. Año 1978.

¿De qué se trata?
Chico lindo llega a un pueblucho miserable en ese worldhole que llaman "América Profunda". Ingresa a un bowlarama, y en la trastienda llega a una pista de patinaje en hielo, y allí encuentra... Sí, la peli no se trata del chico, pero así parte, y lo respetamos. Encuentra a una chica entrenando con la señora del boliche de bolos. La señora ha sido, una santurrada de años atrás, una campeona regional o algo así de patinaje en hielo, y ve que la chica tiene condiciones, así es que tienes que hacerlo, chica, etcétera. El chico lindo la apoya. Sólo el papá no está muy conforme, porque enviudó, la chica es lo único que le queda, y ya tiene una vida aquí conmigo, cuidándome bien cuidado, gracias, así es que para qué va a tomar el riesgo de irse lejos y dejarme sin mi plato de comida. Pero la insistencia de la brava dueña del boliche de bolos vence todas las resistencias, y la chica va. Los jueces la califican que es una putada, pero el público la quiere, la ama, la reverencia... Y además, la infaltable vivobuscandoestrellas le echa el ojo. Con una oportunidad así, la chica se va rápidamente, aunque papá corazón sigue con sus aprensiones de que algo te va a pasar hija. De tanto que lo dice... Bueh, la chica empieza a triunfar, y descubre entonces lo que todos ya sabemos sin necesidad de ganar algo en esta vida: que todo es inestable, que si te va bien en la vida te irá mal en el amor (y a veces te va mal en la vida y en el amor también, qué caray), que los accidentes suceden cuando menos te lo esperas... Pero si hay algo que nos ha enseñado el cine yanketa de toda la vida, es que no hay coágulo cerebral que no pueda ser derrotado por fe, esperanza, constancia, tesón, esfuerzo y todos esos grandes valores americanos con los cuales salen adelante en esta vida (sí, arrancándonos los billetes del bolsillo para ver películas como ésta).

El espíritu de los tiempos.
La década de los '70s, allá vamos de nuevo, fue triste para el cine. En medio de todo eso, florecieron como callampas los dramas familiares. Imagino que fue así: alguien descubrió que una peli optimista sobre deportes y autosuperación personal como "Rocky" podía hacer ganar mucho dinero. De manera que: hagamos otra peli sobre deportes y autosuperación personal. Pero ahora cambiemos la locación urbana por la América Profunda (aunque igual de ruinoso, andamos por ahí con el poblado de la Edad de los Metales que aparecía en "El francotirador", que por cierto es del mismo año), cambiemos al feucho Sylvester Stallone por una chica linda, el boxeo por el más vistoso patinaje artístico, y aliñemos la ensalada con un oportuno accidente que va a poner el consabido problema médico a superar. El resultado fue esta peli, que francamente mala no es, pero tampoco aporta nada nuevo a la historia del cine.

¿Por qué verla?
- Hay una muy buena razón por la que esta peli yazca en el más precámbrico de los olvidos. Ninguno de quienes intervinieron en ella (actores, director, o asistente de carpintería para tramoya) tuvieron después una carrera demasiado brillante. Fue la gran lumbrera del director Donald Wrye, salido de la TV y regresado después a la TV. Quizás es Tom Skerritt el único que puede decirse, ha tenido algo parecido a una carrera (ha actuado casi toda su vida en TV, y en el cine apareció en "MASH", "Alien", "Poltergeist III", "El novato", "Contacto"...). Por lo tanto, a no ser que intervenga el azar vengador, es poco probable que el espectador consciente termine arrendando el DVD o sintonizándola con preferencia a otras diez pelis de otros diez canales de cable. De hecho, su seguro servidor llegó no tanto por accidente, pero casi: descubrió que es la primera peli en que actuó Lynn-Holly Johnson, la chica que le robó el corazón cuando vio "Sólo para tus ojos". De hecho, la Johnson es la gran razón por la cual ver esta peli. Como dijo algún crítico en la época (Ebert, parece que fue), es una patinadora que sabe actuar. Porque, miren ustedes, la chica era una opción inusualmente buena para esta peli: era patinadora profesional, era bonita, tenía talento y carisma, y sabía actuar. De verdad lo hace bien. Con otra actriz en el protagónico, este filme hubiera sido un fiasco. Con ella, no diremos que es la peli de tu vida, pero termina siendo un culebrón entrañable, y al final llegas a quererlo por lo que es, una peli simple y con ánimo good vibes cuando te maltrata la vida. Gracias, Lynn-Holly Johnson, por peli concedida. Por cierto, para quienes quieran saber más: en esta peli la chica tenía 20 años, y fue su estreno en el cine. Después, a despecho del consejo de su manejador, fue chica Bond en la mencionada "Sólo para tus ojos", interpretando (¡sorpresa!) a una joven patinadora olímpica (tiene un gran parlamento cuando, siendo la chica del villano, trata de seducir al veterano Roger Moore diciéndole "cree que aún soy virgen"...), y luego su carrera se perdió en el limbo, como todo el resto del elenco, desgraciadamente, porque de que tenía talento, lo tenía. Cosas del cine.

IDEAL PARA: Ver una actuación refrescante por parte de una actriz alternativa a las más famosas y sobreexpuestas.

jueves, 20 de marzo de 2008

"Expiación, deseo y pecado" (2007).


-- "Atonement". Inglaterra / Francia. Año 2007.
-- Dirección: Joe Wright.
-- Actuación: Keira Knightley, James McAvoy, Saoirse Ronan, Romola Garai, Vanessa Redgrave, Harriet Walter, Patrick Kennedy, Brenda Blethyn, Juno Temple, Charlie von Simson, Felix von Simson, Jackson Quincey, Pierrot Quincey, Benedict Cumberbatch, Danny Mays.
-- Guión: Christopher Hampton, basado en la novela de Ian McEwan.
-- Banda Sonora: Dario Marianelli.

-- "Expiación, deseo y pecado" en IMDb.
-- "Expiación, deseo y pecado" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Inglaterra, 1935, la Era de las Pelis de Epoca. Estamos en una casa aristocrática, como corresponde a las pelis de época (¿cuántas pelis inglesas de época ha visto usted, que transcurran íntegramente en ambiente proleta...?). El dramatis personae cubre a la clásica familia bien, y al chulo sirviente que es pobre-pero-buen-chato (por una vez en la vida, no hay mayordomo a la vista). El chulo sirviente es hijo de la cocinera, que como buena madre proleta es querendona a tope con su hijillo, y además, con sentimientos de perfecta filantropía para con los mangoneados por el darwinismo social, el patrón le financiará los estudios de Medicina. Desgraciadamente, nadie ha previsto lo que el par de chicas de la casa hará. Porque existen dos pizpiretas hermanas, que miran al chico por encima del hombro, como al tipo de la baja al que le pagan los estudios, pero como todos sabemos y estas pelis sobre distinciones sociales nos enseñan, eso es sólo una careta porque ambas viven más que un poco perturbadoramente preocupadas de los ires y venires del individuo en cuestión. Sucede que la hermana mayor se saca la ropa y queda en paños menores, en público, delante del chico, y la hermana menor, que lo ve todo, se imagina lo más sucio de lo sucio. Y se queda callada, porque la chica es mimada, malpensada y una perfecta futura "¡Ay, no quiebro un huevo!". Pero esto desata una serie de desgraciadas coincidencias, que llevan a lo inevitable: la hermanita menor termina acusando al chico de haberle infligido a una visitante de la casa, lo que la beatería victoriana llamaba "una ofensa peor que la muerte", y todos los aristocratachos miran al pobrecillo tipo injustamente acusado con la mirada de censura stalinista de tipo "por Dios, cómo es posible, y nosotros que lo criamos de potrillo...", y las vidas de todos se separan. Los años pasan, estalla la Segunda Guerra Mundial, y en medio de la conflagración mundial del mundo, las vidas del triángulo amoroso pasteloso folletinesoso encontrarán finalmente su destino. O no.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

A comienzos del XXI, Ian McEwan es uno de los escritores más respetados dentro de la intelligentzia británica. Sobre sus virtudes como escritor no me cabe pronunciamiento, porque la verdad es que no he leído nunca nada suyo, ni tengo planes de hacerlo en un futuro cercano, porque cuando los eruditos en su torre de marfil dicen "¡eso es!", hay altísimas probabilidades de que eso no sea, y como los eruditos en su torre de marfil dicen "¡eso es!" de Ian McEwan, pues bien, por puro criterio probabilístico... Es lo que llamo el Síndrome Bacon: durante todo el XVI, Galileo Galilei desarrolló el método científico, junto con otra parvada de esforzados científicos, y luego de que todo el campito estuvo abonado, llegó Francis Bacon, dijo "¡yo inventé el método científico y le dije a los científicos como debían trabajar!", y pasó a la historia el muy cretino, pasando por gran agricultor mostrando cosechas que otros araron, sembraron, regaron, abonaron, cosecharon y llevaron al mercado para vender. Bueh, a lo mejor Ian McEwan es un gran escritor, y me lo estoy perdiendo por prejuicioso, vaya uno a saber, pero a veces, entre tantos pecadores más de algún justo termina pagando. Pero en fin, de regreso en la obra. Según he leído en reseñas por aquí y por allá, McEwan es muy alabado por escribir obras muuuuuu profundas, que exploran grandes personajes con soberbias construcciones literarias. Quizás sí, quizás no. Lo cierto es que con esas cartulinas se pueden fabricar afiches de propaganda, así es que cuando salió a la venta su novela "Expiación", hubo ruido de sables respecto de una pronta adaptación cinematográfica. Después de todo, la historia tenía varios materiales vendibles: aristocracia británica (el material con que se confeccionan las estiradetes pelis inglesas de toda la vida), historia de época, tema sexual de por medio (pero bien reprimidito, para no darle suponcio a las veteranas esposas de los veteranos críticos de cine de toda la vida), la Segunda Guerra Mundial (mola para el trailer, ¿no?), y un final con un retortijón para dejar contento a los intelectualófagos de toda la vida (claro que para vueltas de tuerca como ésa, mejor véanse cualquier adaptación fílmica de Philip K. Dick, y esto, a dar por el ya-saben-dónde). Y para hacer más calada la sandía, llamaron a la dupla de oro conformada por el director Joe Wright y la actriz Keira Knightley, que ya se había cubierto de gloria con "Orgullo y prejuicio". El problema es que Ian McEwan, presumiblemente ávido de dinamitar su propio sitial intelectualoide en un gesto de titánico autodesprecio artístico, decidió que él sería el productor de la peli, para que fuera adaptada como corresponde, lo que muy probablemente se haya traducido en "igualita a la novela", lo que siempre es un casus belli contra la platea: aquello que funciona en lo literario, no siempre funciona en lo fílmico (registros distintos, ¿vale?), y pretender una adaptación literal de una obra literaria al cine es una imposibilidad ontológica (¡hey, pude meter la palabra "ontológico"! Ahora sí que paso por cultureta). Y así es como nos fue...

¿POR QUÉ VERLA?

-- En general, tiene todos los elementos propios del cine "de época", incluso bastante by the book. O sea, ambientaciones suntuosas, vestidos amplios, grandes escenarios, etcétera. Si eres la clase de persona que alucina con esos elementos, pues aquí estás en tu salsa. Aunque por otra parte, digámoslo desde ya, también el apartado visual de "El paciente inglés" era deslumbrante, y miren ustedes qué anémica resultó ser la peli... No ayudan tampoco los alargues de la peli (hubieran podido recortar harto de la guerra, y no hubiéramos perdido demasiado, incluso la peli hubiera sido más ágil), ni tampoco los ridículos alardes audiovisuales (ese plano secuencia en una sola toma de 10-y-algos minutos de duración en Dunquerque carecía de toda finalidad narrativa, como no sea el puro y simple exhibicionismo "babéense y dénme el Oscar"). Pero en fin, saltando esas muestras de megalomanía narrativa, tenemos una peli solvente desde el punto de vista audiovisual, y eso siempre se agradece, aunque sea porque peor nos va cuando tenemos que ver un telefilme "de época"; esta solvencia audiovisual, a ratos, consigue incluso que superemos lo desprolijo del guión, que a veces pareciera tratarse de tal personaje, para enterarnos después de que no era sobre ese personaje sino sobre ese otro, y después nos enteramos que tampoco era sobre ese otro sino un tercero, y entonces para qué nos gastamos tanto con los otros dos primeros personajes si no se trataba de ellos el asunto, y... Bueh, me estoy alargando, así es que pasemos a otra cosa, mejor.

-- El nivel de las actuaciones en general es bueno, incluso superlativo. Saoirse Ronan se ha acaparado todos los elogios, e incluso consigue imponerse fácilmente sobre Keira Knightley, lo que es decir, porque la Knightley entrega una buena interpretación como suele ser su costumbre (bueno, casi siempre, y es que no quiero acordarme de "Piratas del Caribe 3"...). Pero esta peli cae en una trampa. Hay tres actrices interpretando a la hermana menor desde su temprana y repipi niñez hasta su enfermiza (y no sólo en sentido físico) ancianidad, y aunque las tres la rompen cada una por su cuenta, no parecieran querer ponerse de acuerdo para ser el mismo personaje. Uno suele aceptar que en una peli, un mismo personaje sea interpretado por dos o tres actores cuando hay que mostrarlo en varias etapas de su vida, pero por lo general, se trata de flashbacks o flashfowards, y en todo caso la evolución del personaje simplemente no era tan trascendente como la historia, y de ahí que uno no sea tan exigente y se autoescamotee que River Phoenix tenía un parecido más bien light con Harrison Ford en "Indiana Jones y la última cruzada". Pero aquí se trata del personaje, y para colmo, es una de esas pelis de "los gestos y silencios valen tanto como las palabras y la acción", así es que cada gesto que es propio de cada actriz, y que es diferente de las otras dos, se nota aún más. Cada una de las tres interpreta al mismo personaje, la hermana menor (Saoirse Ronan de chica, Romola Garai de adulta, y Vanessa Redgrave de anciana), pero cada una lo interpreta a su manera, y las sutilezas actorales entre una y otra se notan, y no es cosa de achacarlo al "el personaje evolucionó con los años", porque una cosa es la evolución psicológica, y otra cosa son los tics gestuales que las personas cargan a veces por toda la vida. Pero en fin, olvidando ese detalle, las tres se llevan la palma, cada una corriendo en su propia dirección, pero se la llevan... (Según rumores, habrían usado las tres un entrenador para que la manera de hablar de las tres fuera similar... bueno hubiera sido usar otro entrenador para ponerlas de acuerdo en los gestos de cada una).

-- Mención especial para la banda sonora. No es nada que no se haya escuchado en otra parte, en principio (ya sabemos: violines, piano...), pero en algunos pasajes, se ve complementada con el ruido de una máquina de escribir marcando el ritmo, algo muy apropiado considerando que el personaje central de la peli es una escritora, un pequeño toque de genialidad dentro de una peli más bien convencional y sin grandes sorpresas.

-- El giro final le da un buen sentido a la peli, y le perdonamos muchos de sus exhabruptos narrativos a cambio de esa vuelta de tuerca final. Sin embargo, debemos ser indulgentes. Quizás Ian McEwan creyó haber descubierto algo muuuuuu profundo, muy trascendente o muy significativo en el final que encontró para la peli. Pero si hubiera leído a Philip K. Dick, o "Niebla" de Miguel de Unamuno, o hubiera visto "Más extraño que la ficción", se habría dado cuenta que lo suyo no es sino una variante de algo muy viejo y muy visto (o a lo mejor los leyó y los vio, pero se hizo el desentendido, para no dispararse en la base de su pedestal de estrellita intelectualoide british, vaya uno a saber...). Lo peor es que hay gente que lee o ve estas cosas, y dicen de buena fe, partiendo de su propia ignorancia, "¡Oh, sí, inventó la rueda!", cuando ella ya estaba de largo inventada en nuestro sufrido e intelectualoidetizado mundo...

IDEAL PARA: Público adorador de las pelis de época con un delicado barniz intelectualoide.

"Imperio" (2006).

"Inland Empire". Dirigida por David Lynch. Protagonizada por Laura Dern, Jeremy Irons, Justin Theroux, Harry Dean Stanton, Scott Coffey, Jordan Ladd, Karolina Gruzka, Jan Hencz, Krzysztof Majchrzak, Grace Zabriskie, Bellina Logan. Estados Unidos. Año 2006.

¿De qué se trata?
Una actriz recibe una visita. La visita se presenta como un vejestorio que ha arrendado una casita de ladrillos más allá (no se pregunten más, la vieja no vuelve a aparecer en todo el resto de la peli). La vieja hace una profecía: a la prota le van a dar un protagónico en una peli. Y la profecía se cumple. La prota, que es actriz, recibe un llamado, salta ella con sus amigotas de felicidad, etcétera... Pero hay problemas. Ella está casada con un individuo, pero su coprota masculino tiene reputación de mojar el lápiz en mucha tinta. Empieza entonces la ronda de celos, la obsesión, el "que no quiero, que te quiero mojar, que no quiero"... Además, a la prota le llega una nueva revelación. La peli que están rodando, es el remake de una peli polaca maldita que nunca se terminó. Puede que no se haya entendido, así es que lo repetiré: es un remake de una peli 1.- Polaca, 2.- Maldita, 3.- Que nunca se terminó. Si ya con una teníamos lío, imaginen con las tres pegadas. Presionada por todas estas circunstancias, la prota empieza poco a poco a descuajeringarse del mundo, que nada es lo que parece, que ayer es mañana, que no sé si estoy viva o muerta, que no sé si esto es la peli o la realidad... Y así por tres horas de metraje, Dios, qué martirio...

El espíritu de los tiempos.
No cabe duda de que David Lynch es uno de los cineastas más brillantes que ha salido de Estados Unidos. Y eso se lo doy firmao, sí señó... Habiendo dado de que hablar con "Cabeza borradora", se hizo un nombrecillo dirigiendo pelis más comerciales como "El hombre elefante" y "Duna" (y rechazó dirigir "El regreso del Jedi", así es como llamaba la atención en aquellos años). Después, fue la explosión, cuando rodó la estupenda "Terciopelo azul" (bueno, después vino la sobrevalorada "Corazón salvaje"). Pero su peak lo alcanzó, sin lugar a dudas, con esa especie de tecnocomplejo audiovisual que es la serie de TV "Twin Peaks", combinada con la peli "Twin Peaks: Con fuego en el cuerpo". Entre medio se las arregló para rodar la "Sinfonía Industrial N° 1". ¿A qué viene esto? Simplemente quiero decir que, mientras más alto el ascenso, más grande es la caída. Había síntomas de que David Lynch tenía poco o nada más que decir, después de sacar adelante "Carretera perdida", que siendo interesante, no es más que un rizar el rizo sobre las constantes conceptuales de Lynch, y que por tanto, no añade nada substancialmente nuevo, como no sea tratar de posar de moderno incorporando soundtrack industraloide al uso de la época (Nine Inch Nails, Rammstein, Marilyn Manson...). Después vino el fallido proyecto de "El camino de los sueños" (qué título más horrible, pero qué diablos, así como estrenaron en castellano "Mullholand Drive", y así lo mantengo, porque esto no es Wikipedia, en donde un castaño al tres y al cuarto se le ocurre españolizá todoh loh títuloh deh pelih pohque sí, pohque so zpañó...). Y ahora vino el despeñadero total, con este mastodonte ultraconceptual que es "Inland Empire" (mal traducido como "Imperio" en Chile, porque verán, el título deriva de que la prota, en algún minuto, viaja a la localidad de Inland Empire, aunque tratándose de esa peli, los datos geográficos son irrelevantes). La crítica cayó desplomada con orgasmos clitoridianos frente a esta peli, alabándola como lo mejor que ha llovido desde el helicóptero de pretzels que se estrelló el otro día en una de mis pesadillas recurrentes, y después de ver esta peli, no cuesta demasiado entender por qué la alaban tanto: esta peli son tres horas de NADA, y por lo tanto, los críticos están de plácemes, alabando toda esa bella texturización de imágenes metatextuales ensambladas en una pesadilla de la alteridad conceptual que refleja los miedos esenciales y profundos de nuestra metapostmodernidad, que es lo que tratan de decir para parecer muy inteligentes sin serlo, y decirnos de paso lo imbéciles que somos porque no entendimos nada (¿y si no había nada que entender, entonces qué...?). Y yo que pensaba que los estadísticos que trabajan para el Gobierno eran mentirosos...

¿Por qué verla?
- Esta peli nació así: David Lynch empezó a filmar imágenes, nunca pensó que iba a ser una peli, luego decidió que estas imágenes podían contar una historia, y las ensambló malamente como pudo, sin orden ni concierto, pero que quedara molón, y por cierto, trabajando sin un guión acabado. Y el resultado se nota. Porque la peli es eso, una galería de imágenes molonas. En esto, David Lynch cumple sobradamente. No en balde, Lynch es, en cierta medida, un pintor frustrado, y por lo tanto, un esteta. David Lynch es un pésimo narrador, porque narrar implica realizar una actividad lógicoencefálica que está en las antípodas del arte plástico, que es su fuerte. No en balde desprecia tanto "Duna", que es curiosamente una de sus pelis más logradas, maltrató tanto a la serie televisiva de "Twin Peaks", armó de cualquier manera "Corazón salvaje", y la narración en "Carretera perdida" y "El camino de los sueños" es tan desmañada (en estas últimas, ya Lynch era todo un culto consagrado, y por lo tanto podía empezar a prescindir de minucias tales como contar de alfa a omega un argumento bien hilvanado, amarrar todos los cabos sueltos, y esas cositas elementales que suele exigírsele a los directores que no tienen tanto éxito y por tanto todavía deben andar de garbanceros por la vida). En "Imperio" se desata, y plantea pura estética. Si te gusta la estética Lynch hasta las babas, entonces vas a revolcarte en esta peli como papitas fritas en ketchup. Si, por el contrario, andas buscando una historia, ni te asomes, porque tendrás tres horas de vida convertidas en un agujero negro que se traga tiempo, espacio, conciencia...
- Laura Dern. Lo único que hace, no diré medianamente soportable, sino simplemente visible esta peli, es su gran actuación. Resulta trágico pensar que esta chica, que otrora le regalara a David Lynch sendos papeles en "Terciopelo azul" y "Corazón salvaje", consigue una de sus interpretaciones más finas hasta la fecha en algo que es básicamente un bodrio (también actuó en "Noches de rosa", "Parque Jurásico" y secuelas, y se mandó también un gran papel en "Novocaína"). Pero quién diablos soy yo para renegar de los mandatos divinos de Cecil B. DeMille, alabado sea Tu Nombre, así es que...
- Cameos. Sí, hasta este punto hemos llegado. Para encontrar cosas que alabar en esta peli, debemos recurrir a los cameos. Aparece el gran William H. Macy (no pestañees, o te perderás su escena). Al final aparece Laura Harring (sí, la misma que se encamó con Naomi Watts en "El camino de los sueños").
- El final. Es un final que lo aclara todo. Y como quiero evitarles el suplicio de pasar tres horas de su vida en esto (hubo gente que cortó por lo sano y se fue del cine... y no fueron pocos), se los revelaré. Se reunen varios personajes, en la casa de la prota, y hacen una fiesta (todo esto, mientras están pasando los créditos finales). Tocan música. Aparece Laura Harring vestida a la usanza de su personaje en "El camino de los sueños", y hay guiños a "Twin Peaks: Con fuego en el cuerpo". A diferencia de la peli y su ambiente tétrico, aquí tenemos jolgorio y payaseo. Y entonces se nos ilumina la mente. Todo lo que hemos visto antes, las tres horas de pesadilla y de argumento sin argumento, no ha sido más que un enorme y megalotérico payaseo. No iba en serio. Era todo una parida de madre. Hubiera sido una broma divertida, pero dura tres de las horas más plúmbeas de mi vida. Ellos, en la fiesta de los créditos finales, lo pasaron bien. Nosotros no.

IDEAL PARA: Cualquier academia de bellas artes al uso que tenga una saludable proporción de intelectualoides culturetas que quieran dárselas de los más inteligentes del mundo, sin demasiado esfuerzo mental, y que estén dispuesto a supliciarse tres horas de su vida para que después los miren con el respeto reverente que las masas imbéciles le dispensan al que finge ser intelectual.

domingo, 16 de marzo de 2008

"La máscara de Fu Manchú" (1932).


-- "The Mask of Fu Manchu". Estados Unidos. Año 1932.
-- Dirección: Charles Brabin, con Charles Vidor sin acreditar.
-- Actuación: Boris Karloff, Lewis Stone, Karen Morley, Charles Starrett, Myrna Loy, Jean Hersholt, Lawrence Grant, David Torrence.
-- Guión: Irene Kuhn, Edgar Allan Woolf y John Willard, basados en una historia de Sax Rohmer.
-- Banda Sonora: William Axt (sin acreditar).

-- "La máscara de Fu Manchu" en IMDb.
-- "La máscara de Fu Manchu" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

El incansable agente James B... perdón, es la costumbre. Parto de nuevo. El incansable agente Nayland Smith (quien parece un James Bond más viejo) es llamado para una misión ultrasecreta. Un poderoso líder chino llamado el Doctor Fu Manchú, está empeñado en recuperar uno de los grandes tesoros arqueológicos de todos los tiempos, nada menos que la tumba de Genghis Khan, cuyas reliquias podrían servirle para reclamar ser la reencarnación de éste, atraer a los estúpidos y supersticiosos asiáticos para su causa, desatar una guerra contra Occidente, conquistar el mundo, blah blah blah. Los occidentales iban ganando por palmo, pero resulta que la carta de la esperanza para la Sagrada Misión del Hombre Blanco que era el arqueólogo a cargo de la investigación, ha desaparecido. Se monta una nueva expedición, con Nayland Smith de protector, pero ahora los encargados son un mozalbete con más entusiasmo que luces, y su prometida, que como buena y correcta damisela de los '30s debía haberse quedado en casa haciendo bordados, pero que como el desaparecido era su papá daddy, decide partir, toda voluntariosa ella (así es como le va después, por porfiada y desconocer el lugar que una mujer buena y decente debe ocupar en la sociedad). Los arqueólogos occidentales, después de bastante trabajo, consiguen hacerse con los tesoros de la tumba de Genghis Khan, pero Fu Manchú, más que nervioso porque sus planes se están yendo al demonio, empieza a manipular las cosas para que le traigan esos tesoros. La niñata que se negó a ser ama de casa comete entonces un error fatal, convenciendo al débil mental de su prometido para que haga algo sumamente estúpido, y éste, quizás cegado por la lujuria sexual, hace caso. A partir de entonces la partida, ganada por los buenos con gol de entrada, empieza a inclinarse del lado del siniestro Fu Manchú. ¿Conseguirá el malvadísimo genio oriental reclamar para sí la herencia de Genghis Khan y reconstruir su imperio...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hacia 1912, un escritor de unos veinticinco que se cobijaba bajo el seudónimo de Sax Rohmer, inventó uno de los personajes más perdurables e influyentes de la cultura popular, cual fue el diabólico Doctor Fu Manchú. Tanto éxito tuvo, que siguió pariendo novelas y cuentos de éste hasta que se murió, casi medio siglo después, y ya bien entrados los '50s. En su tiempo, Fu Manchú fue el epítome y encarnación del gran mito del Peligro Amarillo, del temor contra la raza asiática, que fue la contraportada al mesiánico mito de la Sagrada Misión del Hombre Blanco de llevar la Civilización a todos los salvajes (o sea, los no europeos) de la Tierra. Pero aunque después el Peligro Amarillo fue reemplazado por el Peligro Comunista y el Peligro Musulmán, y Fu Manchú se sumergió entonces en una cómoda hibernación, su esencia misma, la de ser un amo y maestro del mal, y el despiadado líder de una vastísima organización criminal, persistió. Estos rasgos ya existían gracias a engendros literarios como el Profesor Moriarty, la gran archinémesis de Sherlock Holmes, pero con Fu Manchú alcanzaron su plasmación definitiva. No en balde, Alex Raymond se robó el personaje íntegramente para crear a Ming el Despiadado, el inmisericorde enemigo de Flash Gordon. Y tampoco es por nada que uno de los más brillantes descendientes del genio diabólico listo para comerse al mundo con su gran organización, fue Ernst Stavro Blofeld, el amo de SPECTRE, la organización criminal contra la cual James Bond se enfrenta en a lo menos media docena de películas, e incluso su primer enemigo fílmico (que no literario), el malvadísimo Doctor Julius No de "El satánico Doctor No", parece casi calcado de Fu Manchú, incluyendo su inteligencia superior a la normal y su origen asiático. Nada de raro entonces que ya desde la época del cine mudo hayan venido adaptaciones del personaje, y éstas hayan continuado hasta, a lo menos, la terrible versión a cargo de Peter Sellers en vísperas de su muerte en 1980. Pero la versión más clásica es, probablemente, ésta de 1932, en parte porque fue parte de la gran oleada de filmes de monstruos y científicos locos que invadieron la pantalla, y que le dieron su moderna fisonomía audiovisual a varios clásicos literarios del género: "Drácula" y "Frankenstein" en 1931, "La momia" en 1932, "El hombre invisible" en 1933, "La novia de Frankenstein" en 1935, etcétera, y por ende, comparte con éstas su mismo espíritu de ofrecer un terror nuevo y diferente (bueno, nada que no hayamos visto en la actualidad, pero en ese entonces SÍ era nuevo y diferente, ¿OK?).

¿POR QUÉ VERLA?

-- Boris Karloff. Este actorazo del cine venía de interpretar al mejor monstruo de Frankenstein de todos los tiempos, en el "Frankenstein" de 1931 (se repetiría el plato en "La novia de Frankenstein"), y en ese mismo 1932 interpretó a otro monstruo clásico, ya saben cuál, en "La momia" (¿aún no saben cuál?). Quedó encasillado para siempre en su rol de monstruo de Frankenstein, pero en esta peli compone un exquisito Fu Manchú, frío y cruel, y con un retorcidísimo sentido del humor. Probablemente si no sabes que este tipo interpretó también al cabeza cuadrada con el clavo en el cuello, jamás adivinarías que se trata del mismo actor, no sólo por el maquillaje, sino también por el trabajo actoral de gestos y ademanes.

-- Del argumento de la peli misma, ¿qué decir...? Veamos... No es una maravilla de guión, que digamos, y muchas situaciones con potencial están bastante mal resueltas. La película se gasta su tiempo en hacernos entrar en situación, y llega cierto minuto del metraje en que podemos legítimamente preguntarnos por qué demonios se llama "La máscara de Fu Manchú", si Fu Manchú no aparece por ninguna parte. Pero promediando la cinta, nuestro buen Boris se pone al día, y bien al día. No es que la peli agarre ritmo, pero como tenemos a Fu Manchú en escena, y por todo lo alto, el asunto se compone.

-- Las torturas de Fu Manchú. A él, Guantánamo y sus métodos de privación sensorial y tortura psicológica le resbalan. Fu Manchú prefiere los métodos clásicos: cocodrilos, substancias venenosas, látigos, cosas así. Y funcionan. En pantalla se ven la mar de bien. El último trecho de la peli consiste básicamente en mostrar las diversas torturas que Fu Manchú prepara para los buenos, y tiene que haber quedado bueno, como que la película no avanza nada, y aún así no aburre.

-- Myrna Loy. La actriz que interpreta a la pizpireta hija de Fu Manchú está de lo mejor. Fría y diabólica como su padre, incluso más sádica si cabe (eso de gritar "FASTER!! FASTER!!" cuando uno de sus esclavos está azotando al jovencito, tiene lúbrica), y ciertamente más inteligente que la cretina de la chica buena, la cual por cierto si no hubiera ido a la expedición, jamás habría tenido Fu Manchú la oportunidad de hacerse con los tesoros de Genghis Khan. Volviendo a la chica mala, Myrna Loy le confiere enorme credibilidad a las características de la chica mala.

-- Incorrección a raudales. Era 1932, así es que la película se permite ser todo lo racista que se puede. Todos los blancos y occidentales son buenos. Todos los orientales son pérfidos y malos (los que mandan) o estúpidos y sugestionables (la morralla que después integrará el ejército de Fu Manchú, en caso de que sus planes salgan). Dirán que eso actualmente no se puede mostrar, y en todo caso, aunque se pudiera, ya "Babel" es racista de lo suyo, pero es que en "La máscara de Fu Manchú" los personajes buenos se permiten además diálogos en los cuales se acepta como la cosa más natural y sabida que los orientales son tontos o maléficos, sin una gota de cinismo, y sin escándalo. Ya no los hacen así en el aséptico Hollywood de nuestros días: el precio de un presente sin racismo pareciera ser de este modo una historia falseada de nuestros antepasados.

IDEAL PARA: Ver una de las plasmaciones definitivas del Genio del Mal en el cine (y en la cultura popular).

"El hombre y la bestia" (1941).


"Dr. Jekyll and Mr. Hyde". Dirigida por Victor Fleming. Protagonizada por Spencer Tracy, Ingrid Bergman, Lana Turner, Donald Crisp, Ian Hunter, Barton MacLane, C. Aubrey Smith, Peter Godfrey, Sara Allgood, Frederick Worlock, William Tannen, Frances Robinson, Denis Green, Billy Bevan, Forrester Harvey. Estados Unidos. Año 1941.

¿De qué se trata?
Es el Año de Nuestro Señor Jesucristo de 1887, y un sacerdote (suponemos que anglicano, aunque la peli, por evidente prurito respecto de los grupos de presión religiosos de USA, no delata la identidad religiosa de su credo) pontifica sobre cómo Inglaterra está en la cúspide de la civilización, identificando el Bien que derrota al Mal, a Cristo venciendo sobre las tinieblas, bendiciendo todo eso a nuestra bienamada Reina Victoria en su Jubileo de Oro como Reina... Cuando de pronto alguien, un pobre loquito, se ríe y empieza a gritar "Belcebú, Belcebú" y esa clase de cosas. En vez de montar una campaña de asesinato de imagen respecto del pobre satanito, toman el expediente más simple de agarrarlo y al hospital con él, como paso previo para su internación en una casita de cucufatos. El incidente hubiera quedado ahí, pero por desgracia, ha sido la chispa para que un científico, el Doctor Jekyll, discurra que... ¡blasfemia! ...quizás sea posible arrebatarle el rayo al cielo y el cetro a los tiranos, separando el alma humana en su parte bondadosa y maligna, y de paso dejando sin empleo a loqueros y pastores (pastores protestantes, se entiende). Su futuro suegro, un hombre tan estiradote que quiere que su hija no ande mostrando los tobillos y que le den un casto besito en público, no ve con buenos ojos estos experimentos, mientras que su mejor amigo le dice "oye, pues mi cuate, que esos son dominios en los que el hombre no debería penetrar", etcétera, a lo que el Dr. Jekyll responde que él penetrará lo que se le pegue en gana, que para eso es hombre, caramba, así es que... Pero mejor no pelear, y se va con su amiguete a tomar un par de copas. En mala hora, porque se cruzan con una chica en problemas (y se dice explícitamente que el hampón no era un asaltante, sino que quería "propasarse"... ¡no me pregunten cómo diablos pasó eso la censura de 1941!). La chica, pobrecita ella, está bien, pero le duele un tobillo, y el costado, y empieza a hacer una exhibición nada más cachonda, so pretexto de "jugar al doctor"... El Dr. Jekyll se lo piensa y se lo piensa, y como es muy correctito, él no va a intentar nada sobre el particular. Pero si él no lo va a hacer, quizás su lado maligno, sin conciencia moral, su diablito en el hombro, ése sí podría tomar cartas en el asunto... así es que sigue con sus experimentos para disociar el alma entre el bien y el mal, hasta que finalmente le resulta. El Dr. Jekyll se convierte así en el maligno Mr. Hyde, monstruo de sadismo y repulsión, que empezará a pasársela bien y a lo grande. Todo parece perfecto y funciona para nuestro buen/mal doctor, hasta que de pronto, y es que así es de puñetera la vida, las cosas se salen de control, cada vez más gente empieza a estar prevenida sobre ese extraño Mr. Hyde, el Dr. Jekyll mete la pata, y...

El espíritu de los tiempos.
"El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" debe ser una de las novelas más insanas jamás escritas, y una de las peores bofetadas que se le podía propinar al Cristianismo y su visión ultramontana de la vida. En la actualidad sabemos que el famoso y maléfico Mr. Hyde no es otro sino el Dr. Jekyll metamorfoseado, porque para eso hemos visto los clásicos cortos de Bugs Bunny sobre el particular, pero en 1885, fecha de publicación de la novela original, ya partiendo por el título equívoco (que da a entender que ambos protas son personas diferentes, y no dos aspectos de un mismo personaje dual), la historia era aún más terrorífica si cabe, cuando al final de varios episodios con sucesos muy extraños, averiguamos que esos sucesos se deben a un mismo personaje. El terror de la historia radicaba, por supuesto, en que para la mentalidad victoriana, todos debíamos ser buenos, puros y decentes, y esos malitos pensamientos simplemente no existían (de ahí que entre los industriales de la alta no se discutiera mucho sobre el sufrimiento de los obreros en las manufactureras de Liverpool). En una época de relativismo moral como la nuestra, por supuesto, esta obra ha perdido mucho de su mordacidad original, pero en su tiempo resultaba ser espeluznante. Esta peli coincidió con el año en que Estados Unidos (recordemos: el Bien, la Democracia, la Luz) entró en guerra con el malvadísimo Eje, y no creo sea una coincidencia que al borde del conflicto entre las Bondadosas Democracias y los Malignos Totalitarismos (bueh, había uno no tan maligno, el de Stalin, pero ése sólo porque está de nuestro lado contra los nazis, ¿eh? Que nadie se preste a confusión), haya salido esta peli sobre bondadosos y bien reputados médicos con un lado maligno pugnando por salir, y haya sido como peli de terror (para muestra un botón: en 1995, el remake bastardo "Mary Reilly", muy bueno por otra parte, fue bastante más deslavado, pero tambien mas acorde con los tiempos de lo políticamente correcto que llevaron a la Academia a premiar panfletos indigenistas como "Danza con lobos", o a una M mujer a la saga Bond, en "GoldenEye"). En cuanto a la peli misma, era un remake de una versión anterior protagonizada por Fredric March, que en su tiempo pasó sin pena ni gloria. Una lástima, porque si bien no es la mejor peli de todos los tiempos, y ni siquiera la mejor peli de su director Victor Fleming, después de más de seis décadas aún aguanta un visionado.

¿Por qué verla?
- Esta clase de pelis son la pesadilla de los comentaristas. Si una peli es mala, es cuestión de ponerla a parir. Si es buena, hay que alabarla. Si es "mala pero entretenida", se dice simplemente que es para verla distrayéndose un rato y después olvidarla. Pero pelis como ésta, como "El hombre y la bestia", están en esa tierra de nadie entre las pelis malas y las buenas. Porque es sumamente irregular. Tiene aspectos muy notables, y otros defenestrables. No puedo recomendarla de manera indubitable, pero tampoco es para echarla por completo al olvido. Partamos alabando la dirección de Víctor Fleming, uno de los más tempranos grandes directores de Hollywood, que venía fresco de rodar un par de las mejores pelis de todos los tiempos ("El mago de Oz" y "Lo que el viento se llevó"), y que en los '40s rodaría sus últimas pelis antes de morirse, despidiéndose con la magistral "Juana de Arco" con Ingrid Bergman (nueva colaboración entre la Bergman y Fleming, porque ella también actúa en "El hombre y la bestia"). No me cabe duda que el tono épico y grandilocuente de muchas escenas, que tanto hacen por una peli por otra parte bastante deslavada, son responsabilidad del gran Fleming, cuya muerte más o menos temprana en 1949 (tenía 60 años) fue tan irreparable para Hollywood.
- Suele suceder muchas veces que Hollywood, cuando adapta una novela con un sustrato muy rico, suele simplificarla, quedarse con la cáscara (escenas molonas) y botar todo lo que de inteligente puedan tener los subtextos de la propuesta original. Eso es particularmente visible cuando la obra original está furibundamente en pugna con los valores propios del establishment yanketa de pro, como por ejemplo es el caso de Herbert George Wells (Wells era izquierdista fabiano, lo que hoy en día sería un laborista británico, y el establishment debe ser derechista por aquello de los grandes capitales en juego por cada blockbuster, y para confortar las fantasías imperialistas del público yanki promedio amamantado con el Destino Manifiesto y los telepredicadores evangélicos antievolucionistas). Afortunadamente, eso no pasa aquí. No se puede decir que la obra rescate hasta las últimas consecuencias el planteamiento original frontalmente antivictoriano de Robert Louis Stevenson, pero se mete con coraje en varios tópicos que sí son de interés del novelista. En la peli, así como en la novela original, el Dr. Jekyll no es un Frankenstein cegado por su ambición de empujar más allá los límites de la ciencia, sino un victoriano comodón que quiere lo mejor de ambos mundos, de la buena y bonita moral victoriana que asegura la pasta en el bolsillo, y de los inocentes pecadillos de la carne que le dan pimienta a la existencia. Así es como el Dr. Jekyll le da vía libre a Mr. Hyde. En última instancia, y eso la peli lo deja bien en claro (aunque en subtexto, siempre, pero bien remarcado), y aunque se defienda con aquello de que "es por el bien de la ciencia", el Dr. Jekyll no es ningún héroe, y la conducta aberrante de Mr. Hyde es, en última instancia, responsabilidad del propio Jekyll, y no vale la excusa del "lado maligno del buen doctor", porque es el buen doctor quien se ha ido a meter solito y por sus propias patitas en esos experimentos, sabiendo o no pudiendo menos que saber las consecuencias que de ellos se derivarían, y aún bien informado de las consecuencias de sus actos, decide tomar la famosa pócima una segunda vez para seguir cacheteándose con la vida a gusto. Todos los personajes alrededor, cuando empiezan a tomar conciencia de que algo maligno circula por ahí, se escandalizan y horrorizan, claro está, pero lo peor viene después, cuando algunos personajes descubren que su buen vecino el doctor es quien ha desatado el horror, por puro placer personal. Ellos mismos, también victorianos eminentes, podrían ser los siguientes, ¿no?
- No es que me guste la censura ni mucho menos, pero a veces ésta hace bien, porque obliga a los creadores a ser más imaginativos a la hora de eludirla. Muchas pelis antiguas eran más escabrosas y con mucho más morbo que las pelis actuales, en que debido a la posibilidad de mostrar chicas en bikini o lencería, o escenas de sexo, todo es más directo, y por qué no decirlo, más olvidable. Porque las escenas de Mr. Hyde acosando a la pobre proletaria, tienen dosis de crueldad inaudita. Piensen en el tipo de violencia que quieran, y todo eso coincide aquí: ¿violencia de género, hombre contra mujer?, sí; ¿violencia sexual, violador contra víctima?, sí; ¿violencia psicológica, agresor contra agredida?, sí; ¿violencia social, médico de la alta contra proletaria?, sí; ¿violencia moral, persona corrompida contra persona más o menos virtuosa?, también. Por otra parte, me extraña que algunos segmentos de la peli no sean íconos BDSM hoy en día. Y es que esa transformación del Dr. Jekyll en Mr. Hyde, con el buen doctor agarrando a latigazos un par de caballos, y luego mostrando como esos caballos se han transformado en su par de novias... y después las constantes insinuaciones a que la chica proleta tiene heridas en hombros y espalda...
- Con todo esto, a estas alturas del partido estarán preguntándose cuál era el famoso punto débil de la peli al que me refería. Y básicamente son dos. Partamos por las actuaciones. La actriz que sostiene toda la peli es Ingrid Bergman, que ese mismo año era la inolvidable heroína de "Casablanca", y que en "El hombre y la bestia" entrega ya no digamos una de sus mejores actuaciones, sino una de las mejores actuaciones que el cine de Hollywood entero desde su fundación hasta la actualidad ha entregado jamás, con un rango interpretativo que va desde la lascivia y la lujuria más desatados, apenas contenidos por las convenciones sociales, hasta el sufrimiento y la impotencia más exacerbados. La Bergman había sido fichada para el rol de chica angelical primero, pero ella, pizpiretamente, descubrió que el otro rol era más exigente en términos dramáticos, lo exigió y tomó para sí, y se lució en él (su contraparte fue tomada por Lana Turner, quien aparte de su evidente sex-appeal, hace bien poco por salirse de su papel de chica aristócrata fetiche). Por lastimoso contraste, la peor parte es que el propio prota, Spencer Tracy, si bien compone un más que aceptable Dr. Jekyll (no soberbio, pero sí aceptable), cuando tiene que poner cara de malo para desdoblarse en Mr. Hyde simplemente no se la puede, y es que es tan rebuenazo, el hombre, que interpretar a la villanía pura... Hay momentos de humor involuntario en la peli, cuando Ingrid Bergman dice, muy convencida, de que "ése no es un hombre, es un demonio, es diabólico", después de haber visto la esforzada, pero aún así anémica interpretación de Spencer Tracy como Hyde, y uno se pregunta de dónde salió tanto terror... Y dejemos mención especial para Donald Crisp (el suegro), Ian Hunter (el amiguete) y Peter Godfrey (el mayordomo del Dr. Jekyll), que desde sus respectivas estaciones de batalla componen secundarios si no formidables, por lo menos muy sólidos.
- Y un último apartado, para los, ejem, efectos especiales. Estoy seguro de que eran lo mejor y la mejor rechupada del mate que se podía pedir en 1941, pero hoy en día, en plena era digital, el fotomontaje canta clarito. Esto puede ser un plus o un contra, como se quiera mirar. Es un contra, indiscutiblemente, porque anula cualquier sentido de la verosimiltud, por mucha suspensión de la incredulidad que uno trate de aplicar. A favor, podemos decir que aporta un poco de humor involuntario a la peli, y además, precisamente por su carácter defectuoso, posee el encanto de lo naif. Algo es algo, y peor es chupar clavos.

IDEAL PARA: Ver una irregular, pero aceptable, versión de la historia de Stevenson (en espíritu, que no en literalidad, claro está).

jueves, 13 de marzo de 2008

"Gilda" (1946).


-- "Gilda". Estados Unidos. Año 1946.
-- Dirección: Charles Vidor.
-- Actuación: Rita Hayworth, Mundson Farrell, Glenn Ford, George Macready, Joseph Calleia, Steven Geray, Joe Sawyer, Gerald Mohr, Mark Roberts, Ludwig Donath, Donald Douglas, Lionel Royce, Saul Martell, George J. Lewis, Rosa Rey.
-- Guión: Marion Parsonnet, sobre una historia de E.A. Ellington adaptada por Jo Eisinger, y con aportes sin acreditar de Ben Hecht.
-- Banda Sonora: Hugo Friedhofer.

-- "Gilda" en IMDb.
-- "Gilda" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En Argentina, debes saber cuándo retirarte de una mesa, en particular si eres americanito en territorio virgen, así es que fondéaté, hombre... De manera que te vas por los arrabales y te enciendes un pitillo con un cerillo, lo justo para que venga un argentinito, viste, y te trate de dar con un cuchillito arrabalero. Pero por ahí pasaba otro tipo que también es americanito, que por aquello de la solidaridad entre yankis, viste, pues le da un epatazo, y pues que el cantadito del argentino se fue a buscar por otra parte la guita... El tipo le sugiere un casino, y pues quélevamoahacé, para allá viaja nuestro prota. En el casino empieza a utilizar ese toquecito que yo que sé que qué se yo, y empieza a desplumar al crupié. Cuando descubre al dueño del casino, es por sorpresa el tipo que lo ha salvado de los arrabales. El recién llegado, a punta de un par de puñetes con los gorilas, empieza a labrarse su fortuna. Todo iría bien entre los dos americanos en tierra extraña, pero de pronto aparece la femme fatale, esa mujercita que te enciende el pitillo y te echa el humo en la cara y sigues como lupo hambriento pidiéndole que te maule como al mísero ratón, y que responde al nombre de la mentada Gilda... En paralelo termina la Segunda Guerra Mundial, y viste que los argentinitos se repletan de alemanes buscando su pedacito de solar en Argentina... ¡Pero andate hombre, que sabés que todo esto no son más que la guita de problemas!

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

No tengo mayores informaciones sobre la biogénesis de esta peli, así es que lo siguiente es más o menos pura especulación. En los '40s estaba de moda un tipo de cine sobre hampones y truhanes bastante estilizado, y una importante subrama de ese cine sórdido se ambientaba en el extranjero, por aquello de que el yanketa de turno fuera un paria, un desarraigado, etcétera. La joya maestra de ese tipo de cine es, por supuesto, "Casablanca", en donde el desarraigado Rick regenta un sucucho en lo peor de la esfera terrestre, tratando de mantenerse al margen de la Segunda Guerra Mundial del Mundo, y jugando a varias bandas entre polis y espías. Entonces, algún iluminado dijo "¿por qué calentarse la cabeza con un argumento y un guión? Si copiamos el argumento de la de Bogart y ponemos varios elementos molones, de más que tenemos una peli bien armada, y si el elemento molón de proa es mujer, pues que la vendemos calada". Y luego se quejan de que en la actualidad los productores nos meten el dedo en la boca... Los elementos calados son: país extranjero (Argentina, recuérdese que en Estados Unidos, cualquier cosa más allá del Atlántico y el Río Grande es tierra alienígena), chica sexy mala-pero-buena, triángulo amoroso, ambiente sórdido de tugurio (un casino), personajes turbios circulando (alemanes buscando el control mundial del tungsteno). Para que vean como con buenas frutas no siempre se hace una buena torta.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Bien, el tagline era algo así como "Nunca habrá una mujer como Gilda". En eso tienen razón. Fue el gran rol de su vida para Rita Hayworth, y más de seis décadas después, realmente es un peazo mujerón el que tienen ahí. La pelirroja literalmente detonó como bomba sexy, y es como para babearse. No me den Jolies ni Johanssons, con la Hayworth estoy más que satisfecho. Por cierto, la famosa escena del bailecito en que se saca el guante, archifamosa en el cine, ha envejecido lo suyo (quizás la sobreexposición en esos programas de pegatinas de videos viejos, que hacen como que hacen un programa), pero hay mucho más de ella en esta peli que eso. Por algo la pobre después se quejaba de los hombres, que se iban a la cama con Gilda y se despertaban con ella... Bueh, sobre si la Rita era o no era exquisita en carne, no lo sé, pero su personaje sí que lo era.

-- El resto, pues bien, qué decir... El problema es que las motivaciones de los personajes principales son ridículas. O, más tenebroso aún, podría existir otra motivación más profunda... Veamos: 1.- Un yanki es salvado de un asalto porque sí, porque a su salvador le gustan "los hombres que hacen su propia suerte"; 2.- El mismo tipo le recomienda tal casino, le aconseja después que no vaya, y le escamotea que él es el dueño; 3.- El individuo de marras no quiere contratar al tipo que él mismo ha invitado, pero después de que éste prueba ser fornidito, lo contrata; 4.- El tipo tiene a la tremenda Gilda de esposa, y no es capaz de nada con ella; 5.- El dueño del casino, a razón de nada, le confía la Gilda a su nuevo mejor amigo, a pesar de que probablemente su nuevo mejor amigo sea más potente que él (¡cómo no, si el marido es la flaccidez en persona!) sin saber nada de éste, y además, le confía los secretos de su caja fuerte; y 6.- Llama "su mejor amigo" a un bastón que tiene un cuchillo escondido (fálico, ¿verdad?). ¿Por qué razones iba a comportarse alguien de manera tan estúpida, en particular una persona que, como se describe, se ha construido un verdadero imperio financiero mundial? ¡Ah, yo no sé, los misterios de la peli...! Pero de que huele a quemado, huele, y con escándalo. No ayuda tampoco que la trama adopte varios giros melodramáticos, incluyendo un final vergonzosamente anticlimático, forzado a más no poder. Nótese que dirigió Charles Vidor, que tenía algún que otro crédito como director (sin acreditar en "La máscara de Fu Manchú" de 1932, y acreditado en cosas como "Una canción para recordar", "Los amores de Carmen", "El maravilloso mundo de Hans Christian Andersen" o "Adios a las armas"). Y que el coprota era nada menos que Glenn Ford, que aquí, contrario a su bonhomía como actor, luce tieso y encorsetado, y muy lejos del duro que supuestamente su personaje es.

IDEAL PARA: Explorar el alucinante mundo estrogénico de la sin par Rita Hayworth... Y muy poco más.

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