11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

sábado, 12 de febrero de 2011

"Te doy mi alma" (2002).


-- "Prendimi l'anima" (título original en italiano), "The Soul Keeper" (título internacional en inglés). Italia / Francia / Inglaterra. Año 2002.
-- Dirección: Roberto Faenza.
-- Actuación: Iain Glen, Emilia Fox, Craig Ferguson, Caroline Ducey, Jane Alexander, Viktor Sergachyov, Ivan Igogin, Joanna David, Michele Melega, Giovanni Lombardo Radice, Daria Galluccio, Anna Tiurina, Bob Marchese, V. Nakonechny, Fiorenza Brogi.
-- Guión: Gianni Arduini, François Cohen-Séat, Alessandro Defilippi, Roberto Faenza, Elda Ferri, Hugh Fleetwood y Giampiero Rigosi.
-- Banda Sonora: Andrea Guerra.

-- "Te doy mi alma" en IMDb.
-- "Te doy mi alma" en la Wikipedia en italiano.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Moscú, ciudad cantada por Rammstein y por Dschinghis Khan. Una viajera llega hasta la Joya de Rusia para hacer investigación entre los tovarich. El blanco: Sabina Spielrein, una judía media loca que los malvados hombres han satanizado desde comienzos del XX. Porque verán, Sabina Spielrein podrá haber sido una loca de atar, pero también fue una pionera en esto o aquello, además de ser judía y de que se opuso a ¡¡¡STALIN!!!, así es que tiene todos los papeles para ser "la buenah". El caso es que la spielréinloga se topa con un profesor inglés, y ambos entablan una relación simbiótica culturetoide narcisista. O sea, mientras él investiga y le enseña un par de lecciones a ella, ella se dedica a bucear en la mente de Sabina Spielrein y mimetizarse con ella, para entenderla en plan camaradería feminazi, darse cuenta de que la loquita no era tan loquita y en realidad era un poco como ella, etcétera. Después de un poco de esta parejita disparejita (que no desaparecerá, sino que volverá en momentos estratégicos de la peli a fastidiarnos lo bueno, o sea, ver a la Sabina Spielrein herself), volvemos a Zurich, a 1907, en donde afrontaremos las Aventuras del Joven Carl Gustav Jung. El joven padawan de Sigmund Freud está listo para afrontar su primer caso, que es una loca histérica llamada Sabina Spielrein. Jung abordará el proceso de una manera completamente distinta a lo que es habitual en materia de locoterapia: no duchas heladas, no palizas en noches de luna llena, no postulaciones a un cupo en el Parlamento. Carl Gustav Jung simplemente... escuchará. Y la chica podrá estar muy loca, pero al final es que nadie la escuchaba, ¿me entiendeh uhté? Mágicamente, la chica empieza a curarse, pero, urgh... también empieza a tenerle ganas al doctor Jung. El doctor Jung, por su parte, quiere y no quiere, porque verán, la Sabina Spielrein está buena, y tiene una calidez humana que su bella-pero-estreñida esposa no posee. De manera que, pues bien, vamos abusando de la relación médico-paciente. La cosa iría bien, salvo por un detalle: ¡¡¡Recuerden que la tal Sabina Spielrein está loca de atar!!! Así es que el triángulo amoroso derivará en crisis purificadora, en romance atormentado... y en un colegio blanco en la Santa Madre Rusia. Todo eso salpimentado, decíamos, por la astringente parejita en el Moscú de hoy.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Carl Gustav Jung debe ser uno de los personajes más inasibles de toda la cultura del siglo XX. A diferencia de Sigmund Freud, que es fácilmente reducible al tema de los tabúes sexuales, o de Skinner y sus ratitas en el laberinto con forma de T, o Pavlov y su perro campanotrópico, Carl Gustavito es un personaje complejo. Quizás ni él mismo se conociera. El psicoanálisis a la Freud es un pequeño baturrillo de teorías pseudocientíficas sobre cómo funciona la mente humana, que opera más por sugestión de autoridad en el paciente (como el cura confesor) que por un verdadero entendimiento de los mecanismos de la mente humana, y Carl Gustav Jung, fiel discípulo de Freud, llevó el tecnobalbuceo psicológico hasta sus obvias consecuencias, desbarrándose por la pendiente del misticismo e inventándose una serie de conceptos esotéricos como el inconsciente colectivo y cosas así, que no tendrán mucho de científico, pero que se ven muy molones, y que han influido lo suyo en el devenir del siglo XX. Pero, por detrás de sus atuendos de sacerdote chamán del inconsciente colectivo, ¿quién era Carl Gustav Jung? Un ser humano, probablemente. Con miedos y debilidades. Es probable que se pareciera más al calentorro presentado por Morris West en su estimable novela "El mundo es de cristal", que a la figura demiúrgica y semiastral que presenta Miguel Serrano en "El círculo hermético" (interesados en Jung, recomiendo la lectura de AMBAS obras, a pesar de ser meridianamente distintas en motivos y alcances). Y como la historiografía occidental desde que el mundo es mundo ha sido androcéntrica, falocéntrica y semencéntrica, pues bien, resulta que todo el mundo disculpa a Carl Gustav Jung, que además de ser psicólogo era un místico (y ya sabemos el temor reverencial que inspiran los místicos aunque uno no les trague, porque vaya a saber si tu vecino sí, y si por ofender a su místico favorito te pone una bomba incendiaria bajo el volante). Mientras que las chicas que pasaron por su vida, eran obstáculos carnales o Evas armadas con manzanas que le ataban a su condición terrena en vez de convertirse en un Ubermensch o un Boddhisatva, a elección. De manera que para el discurso hembrista llegó la hora de reivindicar con violencia militante a Sabina Spielrein, que no era precisamente una santa ni una señorita con la geometría bien ajustada en la azotea. Lo que queda al final de todo eso es, probablemente, dos seres humanos patéticos, una en su comportamiento histérico, el otro en su eterna fuga hacia ninguna parte para que sus hábitos sacerdotales ocultaran sus miserias psicológicas particulares. Pero no es su pecado. Después de todo, el 99% de la Humanidad es patético en su mediocridad, así es que no vamos a pedirles que sean supermanes y supergirls, ¿cierto?

¿POR QUÉ VERLA?

-- La sensación más acabada que tuve apenas termine de ver esta peli, fue... desconcierto. ¿Qué diablos habían querido contarme, al final? No es que la peli sea mala (no lo es, de hecho). No es que el tema sea poco interesante (¿Carl Gustav Jung, poco interesante...?). No es que no se esfuercen. Pero en su esfuerzo por querer abarcar demasiado, incurre en el pecado de morder más de lo que puede masticar. El nervio central y lo bueno del asunto es la historia entre Carl Gustav Jung y Sabina Spielrein. No sé si debería calificar a esto como una "historia romántica", pero al menos trata de sacarse los esquemas de ñoñería con que, sin duda, lo hubiera plagado una versión hollywoodense al uso. Pero a cada rato nos interrumpen esta peli con la investigación de los dos personajes en el Moscú del presente, que pareciera tener por objeto mostrarnos lo poco que sabemos sobre Sabina Spielrein y lo frágil que es la memoria histórica... y que falla miserablemente por el afán de mostrarnos cómo esta parejita empieza a entusiasmarse el uno por la otra y la otra por el uno... y nos desvían de la cuestión principal. Este truquito fue usado en la peli "Posesión", pero ahí se justificaba porque la trama giraba precisamente en torno de eso, en torno a dos personajes que de tanto investigar el pasado, terminaban un poco viviendo en él y a través de él, mientras que aquí no se trata de eso, sino del puñetero Carl Gustav Jung y la puñetera Sabina Spielrein, así es que la puñetera pareja de tortolitos en Moscú sobra. Mientras (la mayor parte del metraje) nos muestran el desenvolvimiento de la relación, tenemos un interesante biopic, dentro de las limitaciones propias del género. Pero para el final el asunto se despatarra entero, transformándose en un discurso para reivindicar a Sabina Spielrein, que en todo el tramo anterior de la peli no aparecía por ninguna parte. Mirando el listado de guionistas (seis tipos, además del director), me pregunto si demasiados pasteleros no habrán arruinado el pastel: "metamos esto que queda bien", "bueno, ya, pero no calza con esto otro", "¡pero yo quiero que esto otro esté!", "bueno, entonces lo dejamos, y ya veremos cómo lo arreglamos", "¡lo tengo, metamos esto otro y así lo cerramos!", "sí, pero así la peli se nos dispara en muchas direcciones", "qué importa, así tiene más lecturas y sublecturas", "ya, OK, hagámoslo así entonces". ¿Qué queda entonces para rescatar en esta peli? Bueno, lo habitual en pelis de época, en particular en las ambientadas en la Mitteleuropa del 900: vestuario, edificios, muebles antiguos... Además, la pareja protagónica (Iain Glen como Carl Gustav Jung y Emilia Fox como Sabina Spielrein) están los dos brillantes en sus roles. Y hay una que otra alusión al pensamiento psicológico/místico/ariosófico de Carl Gustav Jung. Si son razones suficientes para ver la peli, eso se lo dejo al criterio del amable lector de Cine 9009.

IDEAL PARA: Jungianos de pro y fagocitadores de biopics, y de pelis de época en general.

VIDEOS.

-- Escena de la peli en que Jung y Spielrein salen a, ehm, divertirse [en italiano, sin subtítulos].

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